sábado, 27 de diciembre de 2008




Tuno Parera
Puerto de La Paz, 1971
Copia de época


Tuno Parera
Tarde entrerriana, 1971
Copia de época

lunes, 22 de diciembre de 2008

Vos sí que sos unaaaa


¿Y si la vida sólo se tratara de comer duraznos? Podría preocuparme por encontrar una hamaca vacía, comprar un copo de azúcar rosado sin tener que entrar al zoológico; que las cejas me quedaran idénticas; poner el gato chino al sol para que mueva la manito toda la noche; conseguir lugar en la parte de abajo del colectivo; sacarle fotos a los tordos justo cuando el sol los vuelve azules; aprenderme una canción de María Elena y cantarla en el patio para que la escuche el nieto de la vecina; hacer una lista provisoria de deseos para no quedar en blanco cada vez que cae una estrella fugaz; arreglar mi juguera y meterle naranja, pomelo, menta, jengibre, canela, limón; convencer a mamá de que me regale el cuadrito bordado por mi abuela; aprovechar ese invento detestable de Halloween para recorrer una cuadra toda vestida de bailarina haciendo grand jetés; ver cinco películas de Bette Davis al hilo; decir siempre (o casi) lo que siento; comer tres Toblerone y que me caigan bien; reconocer que no me gusta tanto el tomate; anunciar por decreto que el gato no es la mascota de la solterona; despertarme de la siesta en un cuento de Silvina Ocampo y aprender a decir “champagne” como los cantantes de cumbia, “shiammmmmpán”.

viernes, 19 de diciembre de 2008

... y que el mundo se detenga en el mejor lugar




Se requieren grandes esfuerzos para disimular la fragilidad. Alguien nos dijo que teníamos que ser duras, decididas, fuertes y autosuficientes. Afortunadamente siempre hay alguien que cruza esa frontera ridícula. Y se cuela “Reservado” del último disco de Rosario Bléfari, para ponerme todos los pelos de punta y dejarme con la mirada fija en un jacarandá durante 10 minutos. Y algún párrafo de Norah Lange, con esa atmósfera extraña, densa y tentadora; un paisaje de Matías Duville, todo al revés, como de sueño; un mail de mi hermana preguntando cuándo llego; una señora en la calle que me recuerda a mi abuela; el maullido finito de mi gato; las hamacas de una plaza y esa nena que me cede el turno para subir porque me ve toda la ansiedad en la cara; la provoleta que pone mi papá en la parrilla porque soy una hereje que no come asado; una amiga que me espera para ver un capítulo de Six Feet Under…

martes, 16 de diciembre de 2008


Ignacio Iasparra
Sin título, 2001
Fotografía


Siempre se nos quedaba el auto. Sin importar cuántos chequeos mecánicos le hubiera hecho mi padre, en algún punto de recorrido el auto se paralizaba como en presencia de un OVNI. Con el tiempo empezamos a calcular un margen extra de dos horas para cada viaje. Llevábamos las provisiones necesarias para este tipo de incidentes. Sandwiches de pan lactal, coca cola, mate, un cassette de Paul McCartney, frascos para cazar luciérnagas, el carrera de mente, almohadas, álbumes de fotos, caramelos, libros para pintar, repasadores, etc. Así, a la vera de la fatídica ruta catorce aprendí que se la puede pasar muy bien en los desvíos.

Fe de erratas: el cassete era de George Harrison.

viernes, 12 de diciembre de 2008

El clima y el carácter



Nada sucede a medias en Entre Ríos. No conocemos el clima templado. El invierno es helado y el verano, indescriptible. Nunca vi lloviznar. En cuestión de minutos aparecen unos nubarrones negros en el horizonte, se levanta un viento impresionante, las ranas empiezan a croar desesperadas “entrá la ropa”, “no laves el auto” y cosas por el estilo. Se escucha un trueno y caen 12.000 ml en media hora. La tormenta pasa, sale el sol y todos seguimos como si nada. Si tenemos la suerte de que dure más de una hora el pueblo olerá a tortas fritas.
Una fiesta no es tal si termina antes de las ocho de la mañana; los saludos indefectiblemente incluyen abrazos, besos y/o palmadas en la espalda; a los asados puede caer cualquiera y, en general, terminan siendo multitudinarios. La gente no se enoja, se indigna. Como en una telenovela mexicana los malos son muy malos y los buenos, se pasan de buenos. La exageración es una forma de vida. Será por eso que me cuesta tanto manejar los grises. Me muevo en los extremos, cuando algo me gusta, me encanta. De la misma manera, nada me desagrada tibiamente, directamente lo detesto. No resulta muy práctico en términos de relacionarme con el mundo. Pero siempre le puedo echar la culpa a haber nacido en un lugar donde tirás una semilla y crece un bosque.

martes, 9 de diciembre de 2008

Yo no creía en la crisis de los treinta




Un día una se da cuenta de que el sueldo se va pagando cuentas. Por la misma época descubre una que la vida se pasa viviendo y no se siente bien. Son los días en que tengo la aguda certeza de que no estoy haciendo todo lo que quiero. Al mismo tiempo, noto que no tengo ni la más mínima idea sobre qué sería eso. Luego, todo el trabajo de descubrir el propio deseo dentro de esa madeja de lo que quieren para vos las personas que te quieren y las que no tanto. Cualquiera puede opinar porque todo es más fácil que escucharse a una misma. Si el malestar es a veces tan grande, ¿por qué cuesta tanto mover una pieza? Quisiera que esta fuese mi crisis de los 40 y tener que decidir entre darle al botox una chance o no.


En algún momento nuestro cuerpo decide a través de qué sentido se va a conectar con el mundo. En mi caso el elegido fue el olfato. Probablemente por eso soy bastante sorda y confundo los colores. Yo me olvido de todo. Caras, nombres, cumpleaños, lugares, fechas. Todo. Pero jamás de los olores. Recuerdo el aroma exacto que tenían los pequeños ponies que me regalaron para mi cumpleaños número siete. El olor del shampoo que usaba mi prima para lavarse el pelo; los jazmines de la casa de mi tía en Entre Ríos, etc. Todo lo huelo y soy conciente de que es un hábito que tengo que disimular. A la gente, en general, no le gusta ser olida. Prefiero aquellos que no usan perfumes; los que huelen a jabón, a suavizante para la ropa, a galletita recién hecha, a canela. Mi abuela usaba colonia Johnson’s. A veces cuando pienso mucho en ella, siento una ráfaga de su perfume.

martes, 2 de diciembre de 2008

Inquietante certeza



A mí nadie me saca de la cabeza que si mis padres me hubiesen regalado el disfraz de la Mujer Maravilla en vez del de vaquera, algunas cosas en mi vida serían hoy muy diferentes.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Adivinador, adivina

El camino del mal humor


Comienza con algún hecho fortuito en el trabajo. De pronto eso que creía resuelto, no lo estaba y cinco personas me reclaman en tono poco amigable, justo cuando me preparaba para tomar un té y leer el Radar de hace tres semanas. Pero no me importa, pienso en el fin de semana que me espera, el primero sin trabajar en un mes. Una vez en casa, me acomodo el sillón para ver un poco de un dramón de Hallmark (esos en los que la chica siempre queda embarazada y la vida la trata muy mal), mientras me atraganto con tostadas con queso blanco y mate con yerba Playadito, la felicidad del ocio. De repente escucho un estruendo y es la lluvia torrencial que está cayendo toda dentro del baño a través de una ventilación mágicamente convertida en desagüe pluvial. Todo eso que llueve afuera, está ahora en mi living, en las habitaciones, en todos lados. Los gatos, en pleno ataque de pánico, revolean las patitas mojadas y maúllan, todos sobre una mesa, improvisada arca de Noé. Me tomó el resto del fin de semana terminar de limpiar el desastre. Cuando me di cuenta, era domingo. Pero no un domingo con onda, uno de esos en los que te cuestionás tu existencia entera y el resultado siempre es desastroso. Hoy llegué a la oficina con la esperanza de distraerme un poco. Pero mi monitor no encendía y mis anteojos yacían sobre mi escritorio en cuatro pedacitos.

jueves, 27 de noviembre de 2008

El día en que supe que iba a cambiar de gimnasio

Peleábamos contra la máquina de Pilates, que de modo nada casual se llama “Reformer”. Éramos tres, una chica que estudia medicina; una señorita en sus 40, un poco rara, con muchos agregados, y yo. De repente notamos una presencia en la ventana que da a la calle. Un niño de aproximadamente 12 años disfrutaba del espectáculo (bastante triste, debo decir) de estos cuerpos envueltos en telas adherentes. La chica rara se levantó, ofuscadísima (es lo que deduje por el tono de su voz, los gestos de su cara eran los mismos para todo). Abrió la puerta del salón, y sin nada de pudor, gritó: “Fulanita, ¿le decís a la gente de limpieza que saque al chiquito del vidrio?”. Nada que agregar.

martes, 25 de noviembre de 2008

Uno de un peso y un escolar, por favor

El boleto no salía y la gente se empezaba a impacientar. El chofer se levantó y limpió la ranura con una especie de plumero. Pero no pasó nada. Entonces sacó un sofisticado soplete e hizo un par de movimientos bastante graciosos. Fue inútil. Visiblemente molesto, tomó una elegante baqueta que guardaba bajo el asiento. Pero tampoco funcionó. Finalmente no tuvo mejor idea que recurrir al viejo método de golpear y patear la maquinita con la ilusión de hacerla volver del limbo de las expendedoras de boletos. Pasaron quince minutos, el señor tuvo que poner el cartoncito de “Fuera de servicio” y los afortunados con boleto en mano recorrimos Libertador en tiempo récord. Sentí un poco de empatía con este chofer que se negaba a renunciar. Los he visto en otras oportunidades arrancar con prepotencia, mientras nosotros agitamos las manitos desesperados en la parada. Hizo todo lo que estuvo a su alcance y yo soy testigo, pero la verdad es que a veces no hay caso. Es mejor respirar hondo, poner el cartelito y vía.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Yo te voy a defender, aunque no lo necesites


Me gusta tanto Rosario Bléfari. Me dicen que desafina, también que sus letras son incoherentes, qué se yo. Yo digo que es eso justamente lo que me gusta de ella, que se le escape una nota, que desafine cuando se copa, que no sea nada, nada perfecta. Que sus letras sean muy parecidas a lo que pienso cuando tomo mucho vino, una seguidilla de cosas sin ninguna conexión aparente, pero que van armando un cuento diferente toda vez que las vuelvo a escuchar. Me gusta que mantenga cierta distancia cuando canta en vivo, entre diva y habitante de otra dimensión, como una bailarina que se sabe talentosa. Algunas de sus canciones me ponen los pelos de punta y eso es mucho decir. Cuando estoy adormecida, o siento que todo me da un poco lo mismo, sus alaridos me despiertan. Se agradece.
Perdón a M. por hacerla escuchar Cuaderno 45 veces por día.

martes, 18 de noviembre de 2008

Con treinta años no puedo decir que crecí inmersa en la tecnología. Digamos que mi generación es la que vivió el paso del cassette al cd, las primeras videocaseteras, los celulares gigantes, etc. Un poco por eso y otro poco por una ancestral resistencia a todo lo que acerque a una máquina y me aleje de las personas no viví con mucha naturalidad el boom de la web. Me costó tener un correo electrónico, chatear en vez de levantar el teléfono, los mensajes de texto, etc. Pese a todo, tengo blog, chateo frenéticamente con mi amiga Lu y sí, tengo Facebook. De todos los berretines cibernéticos este es el que resulta más inquietante. Me pregunto qué es lo que lleva a una persona a querer publicar vía Internet que se ha hecho fan de las cosas más extrañas. “Fulanita se ha hecho fan de hacer cucharita”, “Sultanito es ahora fan del tiramisú”, “Menganita se hizo fan de las empanadas de choclo”. ¿Cuál es la necesidad de comunicar tu preferencia por las frutas de estación o quién es tu personaje favorito de Friends? Y la elección de verbos también me intriga. “Susanita fue etiquetada por tal”. Cada vez que leo esto no puedo dejar de imaginar una versión dark de Facebook en la que las personas sean etiquetadas tal cual lo son en la vida real. Supongamos: “Pirula fue etiquetada como desesperada por encontrar marido”, “Juan fue etiquetado como bueno para los deportes, pero no le den un libro”. La sola idea me pone los pelos de punta. De todas maneras, estoy segura de que las etiquetas más duras son las que me pongo yo sola.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Ay menéate p'acá nené...

Anoche tuve la suerte de entonar una seguidilla de canciones memorables con amigos. Hubo mucho Montaner, mucho Valeria, un poco del Puma y por supuesto el Paz. Voy a detenerme en este cantautor. Para empezar, el groso se hace llamar, ¡¡¡el Paz!!!!!, seudónimo entre cachondo, buena onda y fumón que le permite acceder a un público más amplio. Y después sólo necesito agregar títulos como Amor pirata; Más, me das cada días más; Una voz en el teléfono, y no quiero seguir. Es mucho. Desde acá, mi más sincero reconocimiento. Por otro lado, caí en la cuenta de que el cancionero popular hace poco por liberar a las mujeres del lugar de “amante sufriente”. Reparemos en títulos como Tonta, pobre tonta; Tu tonta compañera; y el himno a la codependencia: La extraña dama. ¿Cuántas veces canté esa canción sin reparar en la espantosa figura “mujer dolor” o “mi juventud murió recién nacida? ¿Y el estribillo, ...atormentada por amor...? Vamos, estas chicas siempre están agonizando por un señor, siempre rogándole que vuelva, que las mire, haciéndose monjas para olvidar, etc. Exijo una revisión de esas lyrics.

Dedicado a Fabi, compañero de coros inolvidables.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Qué bien me vendría un Lisandro Aristimuño cantándome Vos en el patio de mi casa, digo, hoy es uno de esos días.

martes, 11 de noviembre de 2008

Russkis




Conozco gente que detesta a los chilenos, o a los coreanos; personas que no podrían jamás tomarse un whisky con un inglés, etc. No entiendo a estas personas. Me incomodan. Sin embargo, esa misma generalización no me molesta en lo más mínimo cuando es positiva. Sí, soy un tanto contradictoria. Es que me acabo de dar cuenta de que adoro a los rusos. Sí, digo "los rusos", todos ellos. No sé si es la adversidad, la historia complicada, el frío o mi imaginación la que los vuelve tan intensos, pero me encantan. Estos son mis dos rusos para noviembre. Tostoi y Maya Plisetskaya, ¿hace falta decir más?

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Quiero vale... algo

Cuando algo no me interesa se me hace casi imposible prestarle atención. Fue así como jamás aprendí a manejar o a jugar al truco. Sencillamente me aburría al segundo de comenzada la explicación. Lo intentaron desinteresadamente mi padre, mi hermana, amigos, amigas y nada. Algo parecido me pasa con los refranes, ¿por qué no decir lo que querés decir y ya? Los sencillos del estilo en casa de herrero, cuchillo de palo bien, ahora esos que se fueron deformando, que ni se sabe ya de qué manera nacieron, me superan; asiento, puedo llegar a sonreír, y sigo hablando como si entendiera lo que me acaban de decir. (Otros me parecen directamente discutibles, El que avisa no es traidor, Los últimos serán los primeros). Pensando en mi última sesión de terapia descubrí que aplico el mismo mecanismo para todo aquello que me resulta difícil de abordar. Horror, porque puedo vivir sin saber jugar a la canasta, ¿pero cuánto tiempo más me puedo hacer la desentendida conmigo misma? Yo diría que por lo menos dos sesiones más zafo.

martes, 4 de noviembre de 2008

Clarividencia




Ayer un taxista me despidió con un saludito de lo más particular. "Suerte con eso", me dijo mientras bajaba. Me pareció extraño porque no habíamos hablado prácticamente de nada, no le di ni una pista que lo hiciera sospechar que necesitaría suerte. Supuse que era una muletilla y seguí camino hacia mi trabajo. Eso fue ayer, son las ocho de la noche y sigo en mi trabajo, aparentemente así será por los siglos de los siglos. Siento que me sangran los ojos como a las virgencitas de los informes de canal 9, no puedo leer una sola línea más. Ahora entiendo, el señor veía el futuro.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Sonidero

En los días particularmente estresantes, sintonizo en el colectivo una fm de cumbia. ¿Qué puedo decir? Me distiende la movida tropical, consigo el tan ansiado “no pensar en nada”. Me enteré de que hay una cantante nueva que se llama Lupi y que la rompe, y que al cantante de Trinidad le está yendo muy bien como solista, sin perder su estilo "caliente". Información que pasa sin hacer demasiado escándalo y se va sin dejar huella. Las muchísimas horas de lectura en el trabajo, me dejan resto solamente para tararear una canción de Jambao, con la vista perdida en cualquier punto del parque. Pero ayer, cuando me acercaba a la parada, agitando una patita al compás y anticipando la tranquilidad de mi hogar, una canción me inquietó con esta frase: “Vení, vení, no te hagas la otra…” Chau, pavada metafísica la de este grupito. ¿Me estaré haciendo mucho la otra?

lunes, 27 de octubre de 2008

Lady Folk

Ana S. Cabrera (1890-1970)

Esta hermosa tucumana fue cantante, guitarrista, compositora, investigadora y quién sabe cuántas cosas más. Se encargó de difundir la música y la danza del norte de nuestro país. Viajó por Europa dando recitales y conferencias y hasta dio clases de música en la Sorbonne. Un hallazgo.

Llamado a la solidaridad

Se ruega comprender, o por lo menos intentar, que el trabajo del corrector no solo consiste en agregar o quitar una tilde o colocar una mayúscula. Y, en todo caso, es necesario saber por qué uno quita o pone una mayúscula. No todos lo saben, aunque piensen que sí. Por último, que devolvamos un texto con pocas correcciones, no significa que no hayamos trabajado, nuestra labor también es leerlo detenidamente y descubrir que necesita pocas modificaciones. No inventamos errores para justificar un sueldo. Muchas gracias.

viernes, 24 de octubre de 2008

Miedo al chasco

La primera vez pensé que alucinaba porque era muy tarde. La segunda, pegué la nariz contra la ventana del 29 y vi claramente que se trataba de un monitor que proyectaba un mar en movimiento. Una pantalla chiquita, de esas que se usan en los circuitos de seguridad. Está empotrada en la pared de una casa del barrio chino. Durante meses la espié desde el colectivo sin el coraje para acercarme. Temía que se tratara de un malentendido. La idea de una casa que ofreciera un mar escondido entre las hojas de una enredadera me gustaba demasiado. Algunas veces, cuando te acercás mucho a algo, cuando querés comprenderlo todo, te llevás tremendo fiasco. Si se trataba de un liso y llano monitor de vigilancia, ¿cómo hacía para sacarle la magia a esa casa de golpe? Felizmente, no se trataba de ningún chasco, ahí estaba el monitorcito impertérrito, con su oleaje continuo. Esta vez me salió bien, con las personas no siempre tengo tanta suerte.

martes, 21 de octubre de 2008

Le chat


Hoy quiero ser gato y que mi única preocupación sea encontrar un rincón tranquilo para dormir la siesta. Creer que cazar esa mosca es lo más divertido del mundo. Gritar cuando se me antoje picar algo, y si eso no funciona, empezar a tirar cosas desde la mesa. Y justo cuando me vaya a retar; pegar un brinco, rebotar contra una pared y terminar con un salto tan monumental y tan felino que le haga olvidar el motivo del enojo para aplaudir y festejar mi hazaña. Zonzo. Quiero despertarlo mordiéndole los dedos de la mano y acompañarlo a prepararse un mate. Sentarme en su falda y hacerme la dormida mientras pienso que nunca nadie se vio tan perfecto leyendo un libro.

lunes, 20 de octubre de 2008

Louise en tres tiempos


Definitivamente nací, por lo menos, ocho décadas tarde.

miércoles, 15 de octubre de 2008

La sensualidad bien entendida


Desde hace unos meses observo incrédula la escalada brutal de exhibicionismo berreta en las revistas “para hombres”. Me gustaría pensar que los hombres manejan algún nivel más sutil de sensualidad, que no todos y cada uno de ellos responde a la imagen de una rubia no identificada que apoya la enormidad de su trasero en tanga sobre la lente del fotógrafo. Pero me puedo estar equivocando. Yo prefiero toda la vida una imagen como ésta de la espalda de Louise Brooks.

viernes, 10 de octubre de 2008

Identikit de la Solapa

Debo decir que mi infancia fue muy feliz. Los juegos con mi hermana, los libros de cuentos, los atentos cuidados de mamá, el alboroto con la llegada de papá del trabajo, el pan con dulce de leche, las canciones, los Pitufos, los crayones, el canasto de los juguetes. Mis mejores recuerdos son de nuestras expediciones a Entre Ríos. Viajes eternos en los que siempre se rompía el auto y pasábamos horas comiendo sandwichitos de pan lactal y Coca Cola. Después de un viaje promedio de 14 horas llegábamos al encuentro de abuelas y tías litoraleñas y todo era una fiesta. Una fiesta en la que los adultos se empachaban con asado para terminar durmiendo largas siestas. Sabido es que ningún niño duerme siesta, por lo menos no voluntariamente. Con el clásico mecanismo de asustar para conseguir su cometido (padres, revisen esto con algún terapeuta, por favor, hay otras maneras), nos metían el cuento de la Solapa. La Solapa es la versión entrerriana del viejo de la bolsa. Se supone que se lleva a los niños insurrectos que no pegan un ojo entre las dos y las cinco. Mi problema con esta figura es que nunca me generó miedo. No importaba el tono amenazante que usaran mis tías, siempre me la imaginé como un ser fantástico, mezcla de persona y pájaro, con voz de cigarra. Y nunca creí que buscara a los chicos para secuestrarlos, para mí nos buscaba para jugar. La esperé sentada bajo un eucalipto rigurosamente, durante cuatro o cinco veranos. Ensayaba el diálogo con el que me iba a presentar y los juegos que podíamos jugar (todo menos cartas, sigo igual). Todavía ahora me parece verla sobre alguna barranca o la imagino paseando sobre un camalote. Hace un tiempo me encontré con este dibujo de Julián Gatto y me pareció que era ella.

jueves, 9 de octubre de 2008

Fabifrases

¡Qué invento Karina Mazzoco!

lunes, 6 de octubre de 2008

Sorpresa

Es curiosa la sorpresa. Vivir situaciones con esa sensación de novedad. Hay algo de infantil en esa capacidad, algo de celebrar lo inesperado en vez de asustarse. Es ese momento de festejo posterior a la sorpresa el que me gusta. Recuerdo el alivio feliz que sentí cuando finalmente sorprendí a mi papá llevándose el pasto que, supuestamente, se comían los camellos todos los seis de enero. Me asombró ver a mi padre envuelto en semejante embuste y a la vez me tranquilizó saber que no había camellos, llegados quién sabe cómo desde Oriente, pastando en el jardín de mi casa. Algo parecido sentí la primera vez que me subí a un avión y comprobé que efectivamente –y gracias a algún principio físico que no pretendo entender– 200 toneladas flotaban en el aire cual torcaza. En ballet me llevé otra sorpresa al comprobar que, después de mucho entrenamiento, podés abrirte completamente de piernas y estirarte sobre el suelo sin que nada se rompa y conservando la motricidad. Lo que me molesta es la falsa sorpresa. Si usted es un señor que se dedica al transporte urbano de pasajeros, si pasa alrededor de 12 horas diarias recorriendo las calles porteñas, si usted es taxista, ¿por qué se asombra cada vez que el tránsito en Libertador está congestionado a las 9 y media de la mañana? ¿Por qué tengo que tolerar los hondos suspiros, los insultos lanzados al vacío, los golpecitos nerviosos sobre el volante, los ¡mirá cómo está esto!!!! De todas maneras, prefiero eso al asombro impostado de un No pensé que te podía caer mal.

martes, 30 de septiembre de 2008

Piolín y el jugo




A la campaña solidaria en pos de ayuda terapéutica para los taxistas, sumo ahora mi esfuerzo para acercar profesionales de la salud mental al rubro de los publicistas. Tal vez esté siendo un poco alarmista. Juro que los dejo en paz si alguno es capaz de explicarme por qué la campaña de Clight obliga a una chica a estudiar las razones por las cuales un canario le levanta el ánimo o la obliga a “bajar un cambio”. ¿Qué les hace pensar que escucharla decir “la verdad que el canario me pone las pilas” me hará sentir identificada con ella y con ardorosos deseos de tomar jugo de maracuyá y pomelo rosado? No, señor.

lunes, 29 de septiembre de 2008

So long, farewell...


Cool Hand Luke, peliculón.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Everybody wants to go to Japan




Siento cosas. Esta noche sueño que vivo acá.

martes, 23 de septiembre de 2008

Elogio porque sí

Porque le das una palmadita en la espalda a la gente que te gusta cuando la saludás y si algo capta tu atención, te quedás con la boca semiabierta tratando de decidir si está bien o te parece una soberana pavada lo que estás escuchando. Caminás con pasitos cortos y apurados mientras te acomodás compulsivamente el pelo. Porque pensás el mundo en términos de espacio y el espacio en función de la belleza. Cuando te quedás sin palabras, buscás un cómplice y lanzás una carcajada. Y cuando un tema te apasiona, sencillamente tengo ganas de abrazarte.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Luciérnaga


Siento una enorme, irrefrenable y casi ridícula atracción por todo lo que tenga luz (lo mismo me pasa con todo lo que tiene helado). Lo que más recuerdo de las navidades de mi infancia no son los regalos ni los sorbos de alcohol que tomaba a escondidas, sino el momento en que se encendía el árbol y las estrellitas de Navidad. Velas, focos de colores, cajitas de luz, luciérnagas, estrellas fugaces, una obra de Román Vitali, todo aquello que brille captará mi atención durante, por lo menos, quince minutos. La semana pasada descubrí en una fiesta un foco que contenía la imagen de San Cayetano, no soy muy devota, pero este santo luminoso me dejó perpleja. Un efecto similar tenían los rosarios fosforescentes que me regalaban mis abuelas. Nunca pude terminar un Ave María, a mitad de la oración me colgaba con el fulgor del collarcito. Tal vez en mi vida pasada fui un bichito de esos que revolotean alrededor de las lamparitas (si es así, ¡vaya que hemos mejorado!). O puede ser algo genético, mi padre tiene una obsesión por las linternas. Hay una debajo de su almohada, en su mesa de luz, en la guantera del auto, en su llavero, en la caja de herramientas, y sospecho que en todos sus cajones. Con ellas revisa el interior de artefactos, alumbra el camino en su recorrida nocturna por el jardín y es feliz cuando se corta la luz. Al menos él puede alegar que las usa para algo. ¿Yo qué puedo decir si me encuentran muerta de risa en el patio de mi casa revoleando una estrellita encendida en pleno septiembre?

jueves, 18 de septiembre de 2008

Mi cliché


Es sabido que las chicas solteras debemos tener algo que nos identifique, pues somos altamente peligrosas. El gato siempre funciona. Sobre todo una preciosura como este. Escuché a muchas decir que su miedo más grande era terminar viviendo sola con muchos gatos. Curioso, el infierno de algunas es la felicidad de otras. Quiero aclarar que no lo trato de “hijo”, no le pongo ropita, tampoco creo escuchar la palabra “mamá” disfrazada en un maullido. Está bien, yo también tengo mis prejuicios y me atrevo a decir que las personas que no quieren a los animales no son de fiar. Y así estamos, todos llenos de etiquetas.







miércoles, 17 de septiembre de 2008

1, 2, 3, catarsis!



Papel glacé metalizado, un jugo de pomelo y menta, caminar sobre hojas secas, levantarlas a montones y tirarlas al aire; pellizcarle el morro frío a mi gato, ruido a río, guirnaldas de colores, un pájaro negro con reflejos azulados; un ramo de jazmines, los cachetes de Kang-ho Song, "Lullaby of Birdland" cantada por Ella, un chiste de mi hermana, diez vaquitas de San Antonio... pienso en todo eso, respiro... y nada, che. Sigo igual de enojada, y lo duplico por ser la décima vez que me enojo por el mismo motivo.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Grata sorpresa


Confieso que cada vez que voy al Centro Cultural Recoleta salgo muy deprimida. Sus paredes descascaradas, la iluminación pobre, el montaje lastimoso de las obras. Pero esta vez fue diferente. El CCR está remozado. Y no sólo eso, fui pensando en ver Pompeya, la exposición de Nahuel Vecino y me encontré con algo que me gustó más. Una muestra del Foro de ilustradores. Preciosa. Cuando paso por una librería, me tomo un rato para hojear libros infantiles, me fascinan. Sin darme cuenta garabateo mis libros con viñetas que no son muy buenas pero completan lo que estoy leyendo. Así que fue un placer ver el trabajo de estos talentosos muchachos y muchachas. Me encantaron las obras de Ariel Cortese, Paula Dufour y Eva Mastrogiulio. Hay una muy linda de Turdera, que nunca defrauda.

Nota: esta obra es de Cortese y no está en la muestra del Recoleta, la levanté descaradamente de la página del mismo. C'est la web: http://arielcorteseilustracion.blogspot.com/. Es increíble.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Etimología de salón

En Entre Ríos la palabra acceder puede reemplazarse por pelar, molestar por geder y abusar tranquilamente de la locución adverbial “de más” para enfatizar prácticamente todo. Así: “Dejá de geder con el río, el día está de más feo, hoy para ir a la playa no te pelo”. Hay muchísimos ejemplos y no solamente en el Litoral, cada lugar tiene sus preferencias. Cuando llegué a Azul, me llamó la atención que algunas personas dijeran masitas en vez de galletitas, me molestó que se refirieran a los crayones como ceritas y a los marcadores como fibras. Porque hay que admitir que cada uno tiende a defender sus elecciones lingüísticas con cualquier argumento. Nadie dice jean en lugar de vaquero porque sí. Hubo una palabra sobre la que no pude decidirme de manera inmediata. Algunos azuleños usan incordioso para decir inquieto, molesto o incómodo. Me pasa algo extraño con esa palabra, por mucho que intento no me acostumbro. Las primeras veces me pareció un poco ridícula, obsoleta. Ahora me resulta encantador que elijan esa palabra y no otra. Incordioso se arma con el prefijo de negación in más cordis del latín corazón. Me encanta que en una ciudad de hombres recios en camioneta, de llovizna fría y pocas palabras lo que incomode e inquiete sea la falta de corazón. Es así, se puede ser bien cursi sin saberlo.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

jueves, 4 de septiembre de 2008

martes, 2 de septiembre de 2008

Reivindicación de la envidia

¡¡¿Y esto?!! ¿qué se supone que sienta viendo esto? ¿Lisa y llana admiración? No, señor. En-vi-dia.

viernes, 29 de agosto de 2008

Botonera


La lástima es un sentimiento con mala prensa. Está muy mal visto sentir lástima por alguien. Compasión, puede ser, pero lástima no. Y resulta que consultando el diccionario me vengo a enterar que la definición para compasión es: Sentimiento de conmiseración y lástima que se tiene hacia quienes sufren penalidades o desgracias. Una porquería. En cambio la definición de lástima empieza con una palabra clave, enternecimiento. Y algo de eso es lo que me pasa con el dueño de una mercería de mi barrio. Un día, volviendo del trabajo en el 130, vi desde la ventana un negocio destartalado que no tiene mucho que ver con el resto de la cuadra. Desde el colectivo alcancé a divisar unas cajitas que me intrigaron. Una vez en la puerta, me encontré con un anciano sentado sobre un banquito. No dijo nada, no hizo ningún ademán para que me acercara. Esperó a que mi fascinación por ese mundo de botones y cintitas de colores me obligara a entrar. Recién cuando estuve frente al mostrador se levantó. Todo estaba cubierto de polvillo (el señor también). Sacudió un par de cajas de cartón y desparramó el contenido sobre el vidrio. ¡Qué botones! Me contó la historia de cada uno de ellos; dónde los había comprado (sospecho que hace muchas décadas), de qué estaban hechos, para qué se usaban, etc. Toda una apología del “botón de antes”. Elegí un montoncito de los más llamativos y me fui contenta. Sospeché que más contento estaría él, aunque no hizo ningún gesto de entusiasmo. Todo el tiempo actuó como si siempre llegaran chicas a comprar sus botones polvorientos. Durante la media hora que duró mi visita no entró nadie más. Todos los días lo espío desde el colectivo y lo veo igual, sentado en el fondo, como una estatua. Una vez al mes voy a comprarle botones y a escuchar la misma cantinela. Siento que lo hago feliz, pero me parece que es al revés.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Vicente + Walter



The lilac-scent, the bushes with dark green heart-shaped leaves,
Wood-violets, the little delicate pale blossoms called innocence,
Samples and sorts not for themselves alone, but for their atmosphere,
To grace the bush I love--to sing with the birds,
A warble for joy of returning in reminiscence.
Anticipando la primavera y en un intento por terminar con el afán descontrolado por todo lo “nuevo”: Lilas, de Van Gogh y el final de “Warble for Lilac-Time”, de Walt Whitman. Muchas veces me olvido de los “consagrados”, justamente por eso. Respirá hondo, sacudíle el polvo a ese librito arrumbado en tu biblioteca y ubicáte cerca de una ventana por donde entre el sol.

viernes, 22 de agosto de 2008

Decílo

Me parece importante darse permiso para ser un poco estúpida. Me intrigan esas personas que sienten la obligación de decir solo cosas brillantes. En el fondo me dan un poco de pena. Debe ser agotador estar siempre a la altura de las expectativas, sobre todo de las propias. Yo solía ser muy controladita (eufemismo para híper-neurótica), prefería callar antes de dar algún indicio de debilidad mental. Gracias a Dios y sobre todo a Freud, hoy puedo decir casi todo lo que me viene en gana. Por lo general soy conciente de la estupidez que estoy diciendo y la disfruto, otras veces no. En ocasiones, algún evento posterior irrumpe para demostrarme lo tilinga que fui. La realidad se encargó de arrasar con frases como “Es imposible que Macri gane estas elecciones”, “¿te parece que eso está arreglado?”, “debe ser una amiga o la prima”, etc. La última vez fue ayer a la tarde, recordé una pavada que dije con muchísima vehemencia y creo que hasta agitando un dedito: “Odio el naranja, es un color que no soporto; y mucho más me molesta combinado con el verde, naranja + verde: jamás”. Revisando una carpeta de imágenes me encontré con esto:



Y me sentí una oligofrénica.

jueves, 21 de agosto de 2008

Reflexión vespertina

En este momento estoy convencida de que el mundo se divide entre esas personas que se toman vacaciones de invierno y nosotras, las que no.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Intuición conveniente



Cuando era chica me encerraba en los placards a leer con una linterna. Me gustaba la idea de un espacio propio, sin distracciones. Con el tiempo entendí que era un comportamiento bastante antisocial y cambié el ropero por mi cuarto o cualquier habitación en la que pudiera estar sola. El problema era sostener esa conducta durante mis vacaciones en Entre Ríos. Ahí nadie parecía entender cómo podía elegir quedarme leyendo a chapotear en el río a las dos de la tarde o practicar algún deporte al aire libre. Hoy podría contestarles que el sol de las dos de la tarde te destroza la piel y que “deporte al aire libre” y yo jamás fuimos presentados. Pero a los 12 años me resultaba muy difícil defender mi derecho a “quedarme en ese hueco oscuro” y era blanco de muchísimos chistes. Las figuras de todas estas señoras y señoritas lectoras en la obra de Hopper me reconfortan. A Edward no parece molestarle en lo más mínimo que estén “en otra”. Sospecho que él no me hubiera mandado a jugar al voley en la playa.

lunes, 11 de agosto de 2008

Sublimes fracciones de tiempo


-El minuto antes de largarse a llover. Viento húmedo y olor a mojado.

-Los dos segundos de equilibrio conseguidos en una clase de danza.

-Lo que dura la cancioncita que anuncia el comienzo de una película.

-El tiempo nervioso de las últimas páginas de un libro que me gusta mucho.

-La espera en el teatro antes de que den sala.

-Lo que tardo en caminar los 130 metros entre la parada del 29 y su casa.

-Los cinco minutos que me toma apagar la computadora, juntar mis cosas, saludar e irme a casa.

- Los diez minutos que separan el arco de entrada a La Paz de la terminal de colectivos. Siete kilómetros de felicidad ansiosa.
- El momento en que traen los arrolladitos primavera en mi restaurant chino favorito.

jueves, 7 de agosto de 2008

Role playing

Seis y cuarto de una tarde de martes. Tengo 45 minutos para trasladarme a la otra punta de la ciudad, donde algún desatinado tuvo la idea de ubicar la facultad de Filosofía y Letras. Después de 20 minutos de esperar el 67 bajo una impía lloviznita decidí tomarme un taxi hasta Plaza Italia. Antes de que pudiera indicarle hacia dónde iba, el señor me increpó de esta manera: ¿Vas para allí o para allá?, porque yo tendría que tomar Libertador o seguir por Alcorta; en el peor de los casos: Cabildo, para estar en Belgrano en 15 minutos. Entonces, si querías agarrar para el bajo, no me sirve, ¿entendés?... podríamos pegar la vuelta por Sarmiento y de ahí yo encaro Santa Fe…
Bastante irritada le pregunté: ¿A dónde lo llevo señor?

lunes, 4 de agosto de 2008

Sabiduría china


He llegado a la conclusión de que todos deberíamos nacer con un cartelito de éstos a mano.

jueves, 31 de julio de 2008

¡Sí a los carriles exclusivos y a la atención terapéutica!


¡Cómo grita esa mina!, dijo refiriéndose a la presidenta, cuya voz sonaba desde la radio (por lo menos no era Ari Paluch). Después me contó que Cristina le recordaba mucho a su hermana, con quien tenía una pésima relación. Dicho esto, agregó: las mataría a las dos. Fratricidio y magnicidio, todo por $ 4,30 la bajada de bandera. Pero no se detuvo ahí. Tengo una amiga que es gato fino y se saluda con la Alfano. Está toda hecha “Grace”, es un gremlin. Están todas retocadas, la Zalazar, la fulanita, la menganita (listado olvidable de vedettes). Yo tendría que ser asesor de gatos, sentenció. ¡A Luli [Zalazar] sabés cómo le hubiese dicho que no se tocara la cara!, no, nena, no, el culo y las tetas, todo bien, pero la carita ¡no! Mientras tanto yo pensaba que si una carrera como asesor felino lo sacara de las calles, yo viajaría más tranquila.

martes, 22 de julio de 2008

Eso que nunca pensé que iba a decir



¡Qué buena está la última película de Batman!

viernes, 18 de julio de 2008

Me preocupan

En algún librito cursi leí algo así como “extraño a alguien que jamás conocí”. En ese momento me produjo arcadas, pero ahora entiendo. Yo siento nostalgia por una época que nunca viví. Un momento en el que las publicidades funcionaban así: pintoresca ilustración de una botella + texto que dice “Ginebra Llave, la mejor”. Hoy están todas llenas de supuestos guiños y gestos cómplices. Me hacen mal. ¿De verdad les parece gracioso lo de la nueva regla ortográfica de Kangoo? ¿Por qué todos los locutores ponen esa voz de “amigo canchero”? Y finalmente, los adjetivos “fresco” y “cómodo” no funcionan bien cuando los aplicamos a “ojos”. “Son las siete de la tarde y mis ojos siguen frescos y cómodos como…”. ¿Qué? Para las Menthoplus, vaya y pase, pero los ojos frescos… es demasiado.